Pescanova es una de esas empresas que sigo desde hace tiempo. Negocio basado en la pesca que sin embargo está evolucionando hacia la acuicultura (cultivo de peces) en vistas a un futuro donde las reservas naturales no serán suficientes para alimentar a la población.
Una empresa pues con buenas perspectivas corroboradas por análisis de fuentes diversas pero un gran problema, la deuda.
La incursión en este negocio ha metido a Pescanova en unas inversiones elevadas repercutidas en un nivel de deuda excesivo. Si a esto sumamos que este modelo de acuicultura tiene unos altos costes operativos, no ha quedado otro remedio que abordar una ampliación de capital, sumada a una emisión de bonos convertibles realizada en el pasado.
Así las cosas, tenemos una empresa con visión, bien gestionada en líneas generales (sube el BPA, sube el Ebitda, de forma recurrente) pero lastrada por una deuda abultada.
Una vez más se manifiesta lo complejo que resulta manejar un nivel de endeudamiento que supera las capacidades de la empresa (sólo los mejores lo consiguen). Son muchos los ejemplos que hemos visto estos años atrás (algunos surrealistas, esperpénticos), pero me ha parecido interesante centrarme en uno asociado a una buena empresa que sin embargo se ha visto afectada por el mismo problema.
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